Queridos hermanos en la
Alianza:
He querido escribir esta
carta de Alianza pasada la Misa de inicio del pontificado del Papa Francisco.
Han sido tantas las vivencias en estos días y Dios nos ha hablado tan fuerte que
era necesario un poco de tiempo para reflexionar.
Pocas veces los medios
nacionales e internacionales se han ocupado tanto de un acontecimiento eclesial
como con la elección del Papa Francisco. Tal vez porque ha excedido lo eclesial
para ser un acontecimiento de gran repercusión social en todo el mundo.
Multitudes se acercaron espontáneamente a plazas e iglesias para agradecer a
Dios y expresar la inmensa alegría.
Más que gestos
Un sacerdote alemán, con
quien compartí años de estudio en el seminario de Münster, me escribió lleno de
alegría: “es el primer Papa llamado Francisco, el primer latinoamericano, el
primer argentino, el primer jesuita. ¡Y primero en cuántas cosas más
será!”. Sorprendió al mundo con muchos gestos no tan frecuentes en el
Vaticano, pero típicos del Cardenal Bergoglio que nosotros conocemos. Gestos que
expresan una vida:
· La sencillez y austeridad al llevar sus
zapatos negros de siempre, la cruz pectoral plateada que usó siempre como
obispo, al subirse al micro con sus hermanos cardenales como anduvo siempre en
Buenos Aires. Sencillez de vida que nos plantea, como Iglesia, la necesidad de
un estilo de vida más simple y
austero, sin pretensiones de honores y poder, a semejanza de
Cristo.
· La cercanía y cordialidad con cada persona
siempre, pero quedó grabada en nuestros corazones cuando se bajó del papamóvil
para bendecir y besar a un hombre parapléjico y lo acarició varias veces.
Cercanía con los enfermos, los desvalidos, con los presos, con las víctimas de
la injusticia y todo aquel que lo llamara para pedirle consejo y ayuda. Es la
imagen de esa Iglesia cercana y
cordial que abraza y contiene, que escucha, dialoga y atiende al hombre
concreto, a cada hombre, para darnos su corazón, para darnos a Jesús que nos
ama.
· La misericordia de Dios en todo. “La misericordia cambia el mundo; un poco de
misericordia hace que el mundo sea menos frío y más justo. Tenemos necesidad de
entender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso, que tiene
tanta paciencia…”, nos decía en su primer Ángelus del domingo pasado. Hay
muchas heridas por sanar y mucho dolor que mitigar en nuestras vidas y en la
patria, ¡el odio no es remedio! Tenemos mucha, mucha necesidad de perdón y
misericordia. Eso es lo que nos ofrece el Papa Francisco en sus palabras,
silencios y actitudes: la misericordia de Dios hecha carne y vida.
Más que sentimientos
Será por lo anteriormente
escrito y por muchos gestos más, que en estos días no nos hemos cansado de leer
y comentar las noticias sobre el Papa Francisco. Porque su vida realmente es una Buena Noticia para
nuestro tiempo, porque ha despertado una ola de sentimientos buenos que nos
hablan de anhelos más profundos:
· una renovada alegría, como una “Pascua
adelantada” en medio de la Cuaresma. Una alegría que no teníamos desde hace
mucho tiempo, que nos hacía falta, que nos abre a la esperanza. Como me decía un
padre de familia de La Plata: “estoy feliz porque nuevamente tenemos un Papa
papá, sí, un padre al frente de la Iglesia”.
· un aire
nuevo, de vida nueva y renovación. Esa frescura del auténtico amor
evangélico que todo lo mueve y nos conmueve. ¡Sí, las cosas pueden cambiar y
mejorar!
· un sano
orgullo (no burdo chauvinismo) porque es nuestro Papa Bergoglio, porque lo
conocemos y sabemos por experiencia que es verdaderamente el buen Pastor, que cuida de su gente y
nos lleva por el buen camino de Jesús. Así como nos fortaleció con su amor, su
sabiduría y su vida en Argentina, lo seguirá haciendo para el bien de la Iglesia
en el mundo entero.
Un compromiso mayor
En los encuentros con Mons.
Bergoglio era común que al despedirse siempre pidiera “rece por mí”. Grande fue nuestra
sorpresa y alegría el día que fue elegido Papa cuando, antes de impartirnos la
bendición apostólica urbi et orbi desde el balcón de la basílica de San
Pedro,
con humildad, nos pidió a toda la Iglesia que rezáramos por él. No es retórica;
no es “pose”. Lo necesita mucho porque muchos son los problemas que tiene que
resolver y por los cuales fue elegido. Muchas son las marejadas que tiene que
enfrentar la barca de Pedro por él timoneada, tanto dentro de la Iglesia como en
el mundo. Por eso nuestro compromiso es
rezar cada día por el Papa Francisco, porque nos lo pidió a su Iglesia y
porque somos su pueblo argentino.
Creo que un segundo
compromiso con el Papa Francisco, como Familia de Schoenstatt, es amar y ayudar a la Iglesia para que siempre sea
familia de Dios, como la soñó el P. Fundador, guiada por el Espíritu Santo y
apostólica, mariana, unida y fraterna, pobre y humilde, alma del mundo. Ese en
nuestro regalo y compromiso para el 2014.
Queridos hermanos, Dios nos ha hablado muy fuerte y
claramente estos días en la persona del Papa Francisco. Sigamos regalando
Alianza y acercando a muchos el amor de Cristo y María; sigamos forjando una
cultura de Alianza, de los vínculos y del diálogo en nuestra sociedad. En
Alianza con María y en comunión fraterna, sigamos trabajando y colaborando con
Cristo en la construcción de su Iglesia, familia de Dios.
Reciban mi cordial saludo y
bendición,
P. José Javier Arteaga
¡CON MARÍA ARDAMOS POR LA MISIÓN!