Carta de Alianza
Junio 2012
Junio 2012
Queridos hermanos en
la Alianza:
El sol de enero brillaba en lo alto y la playa
estaba en su apogeo. Descanso, salidas, deportes, familia y amigos, ¿qué mas se
podía pedir en vacaciones? De pronto Juan dice: “el sábado nos vamos a misionar
con el grupo de Schoenstatt”. Santiago, un primo de Juan, le dijo: “¡Uds. deben
estar muy locos para dejar las vacaciones e irse a misionar! Con este calor es
una fiaca, pero los admiro”. Ese verano Santiago fue a misionar con Juan, y hoy
sigue misionando con mayor entrega y alegría.
Como lo hacía Santiago, muchas personas se
preguntan: ¿qué impulsa a tantos jóvenes y matrimonios de Schoenstatt a salir a
misionar cada verano y en Semana Santa relegando tiempo de descanso? ¿Qué mueve
a los misioneros de la Campaña de la Virgen Peregrina
a llevar la “Virgencita” de casa en casa? ¿Qué hace que una mujer dedique cada
día muchas horas para redactar la página Web de Schoenstatt? ¿Qué lleva a
tantas personas a regalar sus fuerzas en parroquias, hospitales, asilos,
cárceles o una radio? ¿Por qué un padre de familia joven desde hace años reúne
a otros hombres para que sellen la Alianza de Amor con María?
La respuesta
está en el Santuario de Nuestra Señora de Schoenstatt. El P. Kentenich nos
dice: “No sólo gracias de cobijamiento y
transformación interior debemos esperar de la Virgen en el Santuario. Allí también (la Sma. Virgen) nos tiene
preparadas gracias de misión apostólica”
(María, si fuéramos como tú, pg. 134).
El apostolado no es un “lujo” o una cuestión de
“gusto personal”, sino que es esencial a
nuestra vocación de cristianos, de tal forma que lo que hacemos es responder al pedido de Jesús: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia” (Mc 16,
15). El apostolado es participación en
la misión de Cristo: "Así como
el Padre me envió, también yo los envío a ustedes" (Jn 20, 21). Es una
participación, por lo tanto es un don
que se nos ha dado. Y ¿cuál es la misión de Cristo? Revelar el rostro de Dios que es Padre; sellar una Alianza con Dios,
su Padre, a favor de los hombres, por nuestra
redención; y finalmente conducirnos
a todos a la Casa de Dios Padre.
¿Cómo responder fielmente a nuestra vocación
apostólica? Ante todo recordemos lo central: el apostolado sólo es eficaz en la
medida en que nos encontremos con el
Señor y permanezcamos unidos a Él. “De
lo que está lleno el corazón habla la boca” (Mt 12, 34).
Este encuentro personal con el Señor produce
un gran cambio en nuestra vida, una transformación interior que impulsa a
compartir lo que hemos recibido. Pero no se trata sólo de enseñar lo que hemos
conocido, sino también, como la mujer samaritana, de ayudar a que los demás
encuentren personalmente a Jesús: 'Venid
a ver' (Jn 4, 29). Eso es apostolado.
El P. Kentenich también
vivió un encuentro personal con la Sma. Virgen; ella fue para él su Madre, su
Reina y su Educadora, quien lo guió en cada etapa de su vida. Fue esa
experiencia personal que lo motivó para hablarles a los jóvenes el 18 de
octubre de 1914: “¿Acaso no sería posible
que la Capillita de nuestra Congregación llegue a ser nuestro Tabor, donde se
manifieste la gloria de María? Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni
dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra
Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus
tesoros y obre milagros de gracia”.
La intensa vida
espiritual, comunitaria y apostólica de los jóvenes de la primera hora del
Movimiento en torno al Santuario se ve coronada en la vida de José Engling y sus compañeros, quienes
fueron verdaderos apóstoles de la Mater en medio del campo de batalla. El lema
que inspiraba a José Engling era “Ser todo
para todos y total propiedad de María”.
Otro gran ejemplo
de vida apostólica surgida en el Santuario fue Don Joao Pozzobon, esposo y padre de familia, de quien el P.
Kentenich dijo: “Perciban ustedes cómo
todas las fuerzas fundamentales de Schoenstatt se tornan eficaces a través del
apostolado del Sr. Pozzobon” (Diálogo con Mons. J. Schmitz). También recordemos
al P. Esteban Uriburu, gran apóstol
de la Mater en Argentina y muchos países del mundo; de él dijo el P. Fundador, cuando
Esteban era seminarista, que sería “un
segundo Colón”, un gran conquistador para el reino de la Mater.
Como vemos, las tres gracias que regala la Sma. Virgen
en su Santuario - cobijamiento,
espiritual, transformación interior y fecundidad apostólica - están íntimamente unidas. Nos dice el
P. Kentenich: “Pocos de nosotros
experimentaremos que por nuestro apostolado se realizan grandes conversiones.
Es nuestra vida sencilla en la Alianza
de Amor (el apostolado del ser) la que debe hablar más fuerte que una larga
prédica. Los hombres han de poder captar por nuestra vida que pertenecemos a la
Madre de Dios, que por medio de Ella hemos encontrado un hogar, y que Ella
quiere educarnos para la santidad. Esto nos debe impulsar a anunciar a todos
los hombres estas verdades. Esta es la
verdadera gracia de apostolado que queremos implorar en el Santuario”. (María,
si fuéramos como tú, pg. 136)
Habría muchos
ejemplos para dar de tantos hombres y mujeres, jóvenes y adultos que dieron y
dan su vida como apóstoles del Señor cada día. Todos siguen el ejemplo de la Sma. Virgen María, quien después da
haber recibido el don del Señor salió presurosa a la casa de Isabel para
ayudarla, dándole así la más preciada ayuda: la presencia de Dios que llevaba
en su seno. Ella es la primera apóstol de Cristo, ejemplo de disponibilidad y
prontitud para el anuncio y el servicio, Madre y Reina de todos los Apóstoles.
Queridos
hermanos, camino al 2014, centenario de la Alianza de Amor, quiero invitarlos de modo particular a ser apóstoles de María en
medio de nuestra sociedad, como el P. Fundador, José Engling, Don Joao y el P.
Esteban, dándola a conocer por los medios que nos sean posibles, llevando a muchos
a su Santuario de Schoenstatt e invitándolos a sellar la Alianza de Amor con Ella.
Construyendo también así una Cultura de Alianza.
“Proclamaremos tu nombre con valentía
y guiaremos a los hombres hasta tu Santuario”.
P. Kentenich, “Hacia el Padre”, nº 511
Desde el Santuario les
deseo un bendecido día de Alianza,
P. José Javier Arteaga
¡SANTUARIO VIVO, HOGAR PARA EL MUNDO!
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